21/8/17

Con las manos y con el corazón. INVOLVE. Día 9


Regreso al aula. Nueva, y última, semana. Regreso a esa cuesta bacheada en la calzada y enmarañada de cables en las alturas que es la calle Chabacano. Una cuesta que, día a día, bajamos por la mañana con plenitud de energía -más aún en la jornada de hoy, tras haber sido alimentados ayer por los dioses- y subimos en la tarde poseídos por uno de esos cansancios reconfortantes, que no generan merma en el resuello sino sonrisas enriquecidas por el deber cumplido, las amistades cimentadas o la alegría del compromiso con uno mismo y con los demás, un sentimiento que va apoderándose del aula y sus moradores.

     Arrancamos la semana repasando los criterios de seguridad que han de tenerse en cuenta cuando uno entra a formar parte de una red social, algo que afecta especialmente a los chicos y chicas en edades vulnerables, como los nuestros, y abordando WordPress, la herramienta con la que terminarán construyendo sus páginas web o blogs que les permitirán abrirse al mundo. Comprobar como en éstas y en las demás aplicaciones que forman parte del curso, el interés y la curiosidad por aprender parecen no tener límites, justifica con creces nuestra presencia aquí. Nosotros sólo somos el interruptor que pone en marcha el flujo de la motivación, arrancando su ímpetu por crecer y conocer, provocando que, sobre todo, crean en ellos; en su potencial, para algunos hasta ahora desconocido; en su valía como seres humanos capaces de colocarse por encima de las adversidades, de las que algunos y algunas ya saben, quizá, demasiado.

     Hoy, en un arranque de generosidad, se han realizado hasta tres talleres. Estamos que lo regalamos... Dos de ellos se han ejecutado al unísono, creando para ello dos grupos diferenciados tanto en la sesión de la mañana como en la de la tarde. El primero estuvo relacionado con el séptimo objetivo de Desarrollo del Milenio: garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. María y Verónica se encargaron de diseñar una actividad en la que el objetivo perseguido era impulsar la concienciación sobre la necesidad de reciclar. Tras los datos y la información, decenas de anillas de latas comenzaron a armarse entre sí para construir pulseras y llaveros de altísima bisutería, convirtiendo el reciclaje en un arte.

     Al mismo tiempo, otro grupo de chicos y chicas dieron sus primeros pasos en la maestría del ganchillo. De la mano de la catedrática hacedora de croché, Raquel, cogieron sus agujas e hilos de lana e iniciaron extraños movimientos entre sus dedos. No es fácil llegar al nivel de nuestra afamada profesora, pero ella les animó a insistir y perseverar, proponiéndoles como objetivo tejer uno de los pulpitos de la iniciativa solidaria dirigida hacia los bebés prematuros que pasan sus primeros días de vida en una incubadora.

     Y, por último, llegó un taller de conversación, que bien podría denominarse de apertura de corazones. Hablar, contar, decir al otro, esa actividad aparentemente sencilla y que tantas veces nos cuesta realizar, como aseguró Enrique, pretendía en un cara a cara, de esos que ya se hacen menos de lo deseable y se sustituyen por palabras en una pantalla, profundizar en las situaciones, problemas y realidades de nuestros alumnos. Y así, comprenderles mejor, quererles mejor y admirarles aún más de lo que ya lo hacemos. Pero esa pretensión se quedó corta y fue mucho más allá... Con los corazones abiertos pueden suceder muchas cosas inesperadas, pero siempre buenas. Hasta el llanto.