8/2/16

Titiriteros


Que en este país los cainitas son legión ya lo sabíamos. También sabemos que algunos, ante la expresión disidente, son capaces de rasgarse las vestiduras, darse golpes de pecho y sentir que se les eriza la piel (desde que dicen tenerla) con la misma facilidad que toleran y amparan el tufo a latrocinio y  corrupción que les rodea. Que los de siempre, los salvadores de patrias, los portadores de la esencia hispana, los de o yo o el caos, los mete miedos, los que se lo han estado llevando crudo, los que sólo ellos son españoles muy españoles y mucho españoles... que todos estos avergüencen una y otra vez a la inteligencia grande y libre de estas tierras (sí, esta vez de verdad y con su auténtico sentido: grande y libre), ya empieza a cansar.

    Un pretendido enaltecimiento del terrorismo  (visible sólo con las gafas del "todo es ETA"), una crítica hiriente a los poderes fácticos (palabra casi en desuso que vuelve a renacer) y, sobre todo, un ayuntamiento habitado por los rojos, hijos del demonio, son los elementos suficientes para armar el cóctel. Y lo de armar no es casualidad, pues violencia es que los miembros de Títeres desde abajo estén encarcelados. A estos mismos armadores se la trae al pairo el que miles de familias no tengan ni para comer o se las desahaucie de sus casas o se les corte la luz o se les ofrezca una sanidad y una educación cada vez más recortadas. Con esto no tienen ni para hacer un simple combinado.

    No saben de qué va la obra. Ni les interesa. Cualquier explicación está de más para quienes la cultura no debe ir más allá de la pandereta y del entretenimiento que no invite a pensar. Probablemente, sentirse reflejados en el don Cristóbal Polichinela de la representación tampoco les agradaría. La presencia de las palabras mágicas, del "Gora Alka-ETA", como una especie de abracadabra, han sido suficientes para sacar el conejo y la mala hostia de la chistera. Cualquier oportunidad se les presenta como acertada para demostrar, de nuevo, que los valores patrios están en peligro con todos estos descendientes de Belcebú en las instancias del poder, que se rompe España y se derrumba la calma chicha en la que sumieron a esta nación que todavía se está quitando las legañas. Saben que tienen el eco asegurado, saben que mientras se hable de cómo unos titiriteros subvierten su paz, no se hablará de cómo ellos nos robaron y aniquilaron nuestros derechos.

   Yo no aplaudo el montaje de Títeres desde abajo. Sobre todo, porque no lo he visto. Pero pudiendo discutir que el espectáculo sea más o menos acertado o que el lugar y el momento hayan sido inadecuados (cuestiones que el Ayuntamiento de Madrid habrá de resolver), lo que sí pido es la inmediata puesta en libertad de quienes aún continúan en la cárcel por expresarse creyendo que podían hacerlo en libertad.

    La cultura siempre fue molesta. Afortunadamente, lo seguirá siendo.