16/11/15

Dolor


Cuando la guitarra sonó potente, la primera bala atravesó su brazo. La segunda derrumbó su vida, quedando aplastada bajo el pánico.

    Cuatro mil kilómetros al este, en el mismo instante oscuro, la madre recogió el cuerpo destrozado de su hijo aplastado bajo los escombros que la bomba acumuló sobre él.

    Las vidas no parecen valer lo mismo mientras la muerte es siempre igual. Sembrado el odio sólo puede recolectarse dolor.

© JM Jurado